Nadie duda de que las llaves hayan sido un invento genial, una herramienta que nos permite cerrar nuestras propiedades para proteger lo que es nuestro y mantener alejados a los maleantes de aquello que nos les pertenece. Es difícil establecer con exactitud dónde se asientan los orígenes de las llaves, algunos historiadores creen que fueron los egipcios quienes las inventaron, mientras que otros estudian la hipótesis de que se idearan en China. Gracias a este invento surgió toda una profesión y, a día de hoy, nuestro servicio de cerrajeros en Tenerife resulta esencial para muchos usuarios que se han quedado fuera de su vivienda por una u otra razón.
Las primeras llaves encontradas en Europa datan del S. X y solían ser de madera, aunque las familias más pudientes podían instalar cerraduras metálicas, con llaves fabricadas en ese mismo material. Lo cierto es que, en aquellos tiempos, solían cerrarse las bodegas y despensas donde se guardaban los suministros alimenticios para el año y las cosechas, algunas de las pertenencias más preciadas en la sociedad de antaño. Los sistemas de cerramiento con llave se popularizaron en la Grecia Antigua, aunque en Egipto ya existían sistemas parecidos para las propiedades de los ricos.
Teodoro de Samos ideó un mecanismo de cierre mediante llave en el S. VI, sin conocer el sistema egipcio. Los candados, sin embargo, aparecieron en Roma, que también precisan de una llave para poder abrirse, aunque no eran como las de hoy en día, sino que contaban con forma de anillos. Con el paso de los años, se modernizaron los candados y las llaves, llegando a ser asequibles para cualquier persona, independientemente de la clase social a la que pertenecieran.
Desde Cerrajería JMD queremos destacar que el perfeccionamiento de las llaves y los sistemas de cerramiento respondió a una necesidad cada vez más apremiante. La necesidad de mantener y mejorar las condiciones de seguridad impulsó el desarrollo de nuevos sistemas de cerramiento. En Irak se halló una llave de madera que superaba el metro de longitud, en las ruinas del palacio de Sargón II. Uno de los descubrimientos más antiguos, que data del S. VIII.